Desde las colinas de Suiza hasta las praderas de América, el CBD se produce de manera generalizada en distintas regiones del mundo. Este cannabinoide no psicoactivo se ha convertido en una alternativa popular para aliviar dolencias como la ansiedad y el dolor crónico, sin los efectos secundarios psicoactivos de la marihuana.
Origen del hash
El hash es un concentrado de cáñamo que ha sido utilizado desde tiempos antiguos y que ha desempeñado un papel relevante en diversas culturas a lo largo de los siglos. Desde Oriente Medio hasta las laderas del Himalaya y las pequeñas aldeas de la India, se ha producido en cada región con su propio estilo, convirtiéndose en un producto muy apreciado.
Durante el siglo XVIII, el hash fue introducido en Europa y rápidamente ganó popularidad entre la élite artística y literaria. Entre los consumidores más destacados se encontraban los miembros del “Club des Hashischins“, un grupo parisino conformado por notables figuras de la literatura como Baudelaire y Balzac.
En la actualidad, el hash continúa siendo una de las formas más populares de consumo de cannabis, gracias en gran medida a sus efectos, sabor y textura característicos.
Diferentes tipos de hachís
Aunque puedan parecer similares, cada una de las distintas variedades te transporta a un mundo completamente diferente. ¡Es una locura! Por eso, hoy te invito a que descubramos juntos los distintos tipos de hash que se pueden encontrar en diferentes países.
Hash afgano
El Cannabis Indica, oriundo de Afganistán, es mucho más que una simple planta, es una parte fundamental de la cultura de esta región. Los afganos han cultivado y consumido cannabis por siglos, convirtiéndose en expertos en la producción de hash. Pero no fue hasta los años 60 y 70, cuando el Sendero Hippie llevó a un gran número de jóvenes turistas a esta región, que el negocio del hash realmente despegó en Afganistán. Y hoy en día, Afganistán es el mayor productor de hash del mundo.
El hash afgano, también conocido como “chars“, es algo singular y muy valorado en todo el mundo. Su elaboración es un proceso artesanal que comienza con la extracción de los tricomas de los cogollos secos, para obtener el “kief” o “garda”. A continuación, este “kief” se mezcla con agua caliente y/o té sobre una llama pequeña en un plato metálico, hasta obtener una consistencia pastosa. Posteriormente, esta pasta se amasa a mano y a veces incluso se prensa con los pies, hasta conseguir un color negro y una consistencia densa similar al caramelo.
El hash afgano de calidad lleva el sello del productor y es sumamente fuerte. Además, tiene un sabor especiado y áspero en la garganta que lo hacen inconfundible.
Hash de cachemira
Ubicada en la zona más septentrional del subcontinente indio, Cachemira es famosa por sus cultivos de hash y opio. Con la poca información con respecto a este tipo de hash, sólo sabemos que es producido en Cachemira, y que su elaboración es similar a la del charas.
Sin embargo, su aroma es mucho más intenso y especiado, y el humo que produce es menos áspero. Su exterior es de color negro, pero al abrirlo cambia a un marrón castaño.
Cuando se usa, se pueden apreciar matices florales.
Hash libanes
El Líbano es tierra de historia y de pasión, y su relación con el hash es legendaria. En la actualidad, esta planta es la joya de la corona de la economía libanesa, con exportaciones que superan los 200 millones de dólares anuales. De hecho, la prestigiosa firma de consultoría McKinsey and Co. ha recomendado al gobierno del Líbano legalizar el cannabis como forma de impulsar la economía local.
El Valle de Bekaa es el lugar donde el Líbano produce la mayor parte de su cannabis. Allí, las plantas se secan al sol antes de ser cosechadas, adquiriendo un tono amarillo, marrón o rojizo que es una delicia para los sentidos.
Una vez secas, las flores CBD son tamizadas para crear el kief, que después es prensado como se hace en Marruecos (como verás más abajo). El resultado son unos bloques gruesos de hash quebradizo, de color rojo o amarillo, que se venden como el famoso libanés rojo o amarillo.
Su aroma especiado y penetrante lo hacen inconfundible, y su potencia es digna de admiración.
Hay dos variedades de hash libanés que se diferencian por el color: el amarillo y el rojo. Se cree que el primero está hecho con plantas jóvenes, y es capaz de producir un subidón intenso y placentero. En cambio, el segundo, elaborado con plantas maduras, produce un efecto más narcótico y relajante.
Hash de manali
¿Sabías que Manali es un pueblo milenario en la India, famoso por su increíble hash? Este lugar se encuentra en el distrito de Kullu y tiene su propio idioma, una mezcla única de sánscrito y tibetano. Para los 1.500 habitantes de Manali, el cultivo y producción de cannabis es una de las principales fuentes de ingresos.
El hash de Manali, también conocido como “Crema de Manali“, es una delicia que ha ganado reconocimiento tanto a nivel nacional como internacional.
La elaboración de este hash se parece al proceso del charas, donde las flores frescas se frotan entre las manos para obtener una capa de resina gruesa. Cómo resultado tenemos un hash oscuro de color negro que con el paso del tiempo toma consistencia y acaba endureciendose. Si quieres experimentar el sabor y aroma de cogollos recién cortados este es tu hash.
Hash marroqui
Desde hace siglos, Marruecos ha sido un epicentro para el cultivo del cáñamo. Su llegada a la región se remonta a la Edad Media, en el período entre el 640 y el 710 d.C. Fue en el siglo XVIII cuando la región del Rif se convirtió en la principal productora de cannabis del país, convirtiéndose en uno de los mayores proveedores de hash del mundo.
Hoy en día, el hash marroquí es conocido en todo el mundo por su alta calidad. Se produce golpeando las ramas secas de la planta de cáñamo contra tamices finos para separar los tricomas y obtener el kief. Este kief se calienta y se prensa repetidamente para formar bloques de hash.
El color del hash varía desde un verde oscuro a un marrón, dependiendo de la madurez de las plantas y del tiempo que se hayan secado. Su consistencia también es diversa; el hash marroquí suele ser duro y quebradizo, parecido al chocolate, mientras que el hash de polen es mucho más blando, similar al mazapán.
El hash marroquí de calidad es muy aromático y suave, y tiene un sabor excepcionalmente agradable. Al contrario de otros hash, no tiene un aroma especiado que lo caracterice, sino que es conocido por su distintivo y exquisito aroma floral.
Hash mepali
El Nepal es una joya escondida en lo alto del Himalaya, un lugar donde la naturaleza se ha encargado de cultivar de manera natural el cannabis, al igual que en la India, Afganistán y otras regiones vecinas. Este tesoro ha sido parte fundamental de la cultura local durante siglos.
La forma en que se elabora el hash en Nepal es única, ya que se produce como el charas, en grandes bolas que reciben el nombre de “bolas de templo“. La resina que se adhiere a las manos de los nepalíes durante la cosecha se recoge y se moldea en estas bolas, que tienen un brillo que las hace destacar entre las demás.
El hash nepalí es una delicia para los sentidos: pegajoso y cremoso, con un aroma fuerte y especiado que invade las fosas nasales y un sabor intenso y rico que deleita el paladar. Su humo suave y su poderoso efecto corporal lo diferencian del hash afgano.
La crema de Manali es famosa por su exquisitez, pero el hash de templo nepalí no se queda atrás, siendo uno de los productos más valorados en los coffeshops de Ámsterdam.
Hash pakistani
Pakistán declara en sus leyes que el hash es ilegal pero su producción sigue siendo una realidad en los territorios tribales del norte. Y no es para menos, ya que este producto ha sido parte de la cultura pakistaní desde hace mucho tiempo y muchos consideran que su calidad es excepcional.
Los habitantes del norte de Pakistán hablan del hash de primera categoría como el Awal Namber Garda, es decir, el “polvo de alto grado”. Para obtenerlo, se sigue un proceso de elaboración similar al que se utiliza en Afganistán: se secan las plantas maduras, se tamizan para obtener el kief y luego se prensa en caliente para formar bloques gruesos y oscuros. Pero algunos habitantes dejan madurar su hash durante al menos tres meses dentro de una piel de cabra o de oveja, con el objetivo de realzar aún más su sabor y su potencia.
El hash pakistaní es un producto oscuro, con un aroma muy especiado y bastante áspero para la garganta.
Hash turco
Turquía es un país lleno de sorpresas, y una de las más inesperadas es su excelente producción de hash. Turquía ha declarado el cannabis ilegal pero muchas provincias han autorizado su cultivo y producción con fines médicos y de investigación.
El hash turco se elabora con una técnica similar a la de otros países como Afganistán, Pakistán y Marruecos. Se prensa en caliente grandes cantidades de kief para conseguir bloques de color negro, que cuando se prensan correctamente, son duros y quebradizos. Además, su aroma ligeramente especiado y su suave humo lo hacen un verdadero deleite para los sentidos.
Normalmente está hecho con plantas jóvenes, lo que le otorga una personalidad propia y única.
Bibliografía y Fuentes Digitales
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